«La andadura que me lleva ahora adonde nadé (y guardé la ropa) antes de pasar al Muladhara. Hablo del Centro Deportivo Municipal, inaugurado por Ricardo Romero de Tejada, un 18 de setiembre de 1994. O eso dice la placa que cuelga de la pared de una recepción desierta. Sin nadie a quien preguntar por la piscina cubierta, imprescindible –pública, quiero decir– en una ciudad como la nuestra. La respuesta, en el viento. “Huerta Vieja” se llamaba»

VICENTE ARAGUAS. (22 de octubre de 2024). Me adentro, bajo cierta melancolía, un viernes de otoño que no termina de definirse, por la Avenida Guadarrama. Un poco como el río, de arena según la etimología, que da nombre a la Sierra en la que nace el río, allá en la Fuenfría, en un bucle de vida continua; un río que no va al mar, portugués, sino a través de otro mucho más grande como el pez que se come al chico. El Tajo, palabras mayores. Que el Guadarrama, río de arena, es chiquito pero matón. Por eso duele más todavía que la desidia lo desluzca tantísimo, poco después, ya, de Los Molinos. Pero la Avenida Guadarrama es hermosa, cercada en algún punto por los álamos: “¡A los álamos!” Y canto para mí, me musito: “A los árboles altos/ los lleva el viento/ y a los enamorados/ el pensamiento.” Y eso voy cantando mientras dejo atrás, a la derecha, lo que era Pryca, el Híper le decíamos también (alzado en 1977), referencia comercial única, a lo grande, digo, cuando desembarqué en el puerto majariego. Y supe que este era el punto de encuentro: “¿Nos vemos en “el” Pryca?” Establecimento francés, de Francia vino un barco cargadito de comercios grandes a lo “carrefour” (encrucijada). Luego Pryca marchó para El Carralero, nombre hermoso, y nos dejó un solar de nostalgia tan amplia como nuestro recuerdo de cuando éramos mucho más jóvenes y Majadahonda andaba por los veinte mil habitantes.


Vicente Araguas

Y voy bajando por la orilla derecha de esta avenida tan fluvial como mi paseo y me encuentro, –no, no voy a hacer topografía ninguna, me limito a un mapa visual, acaso desordenado como la mente del simple paseante–, con un centro de educación preescolar que se llama “Taca Taca”. Y, mira por dónde, vuelvo a los niños de antes, caballeros/ amazonas (suelo ser refractario al lenguaje inclusivo, haré una excepción) en ese artilugio, tacatá, para caminar en vehículo descapotable. Y hoy puesto en tela de juicio o, directamente, laminado (no para casi denominar una escuela infantil, y yo me alegro de que no se pierda totalmente, ¡qué bien suena la palabra!). Poco después, por detrás se alza, casi como un pináculo, la antena de Radio Nacional de España, sobrevolando los setos. Y, entonces aparece lo que hoy es “Centro de Tratamiento de Adicciones” pero antes fue ambulatorio. Antes, digo, de que se construyese el Centro de Salud, del Cerro del Aire, aquí veníamos a curar los males. Físicos, digo, que los de amor navegaban por otras corrientes.


«Dejo atrás, a la derecha, lo que era Pryca, el Híper le decíamos también (alzado en 1977), referencia comercial única, a lo grande, digo, cuando desembarqué en el puerto majariego»

Y aquí ejercía un médico, el Doctor Ciriaco García, con calle hoy junto a la iglesia de Santa Catalina. Era médico de niños y mi hija, Andrea, pasó por sus manos, expertas y cuidadosas. Don Ciriaco era buen fotógrafo, también. Y llegó a exponer sus fotografías en la Casa de Cultura. Alguna vez he escrito aquí de algunos doctores que iluminaron Majadahonda con su medicina sicosomática. Escribo de Don Ciriaco con la emoción de quien revive el pasado con gratitud. Y no me corto. Tampoco en la andadura que me lleva ahora adonde nadé (y guardé la ropa) antes de pasar al Muladhara. Hablo del Centro Deportivo Municipal, inaugurado por Ricardo Romero de Tejada, un 18 de setiembre de 1994. O eso dice la placa que cuelga de la pared de una recepción desierta. Sin nadie a quien preguntar por la piscina cubierta, imprescindible –pública, quiero decir– en una ciudad como la nuestra. La respuesta, en el viento.

«Y, entonces aparece lo que hoy es “Centro de Tratamiento de Adicciones” pero antes fue ambulatorio»

Huerta Vieja” se llamaba, como la del infinito Doctor Bastos, un poco más abajo se halla, traumatólogo ilustre y republicano leal. Muy cerquita el Colegio Sagrado Corazón (Reparadoras) y el IES Leonardo da Vinci, complementando maneras diferentes de educación en un ámbito, el nuestro, complementario. Y aquí me detuve, por hoy, no lejos del campo, todavía campo abierto, al otoño, a la vida, al río Guadarrama, no demasiado lejano, al aire de la Sierra del Guadarrama, próxima. *Vicente Araguas es autor de «El deseo aislado. Poesía 2010-2024» (Ed. Sial/ Pigmalión) que se presenta el lunes 11 de noviembre (2024) en la Biblioteca Francisco Umbral de Majadahonda a las 19.00 horas.

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