VICENTE ARAGUAS (Julio de 2024). Para mí Neda, Ferrol, un poco, su referencia inmediata y, al cabo, el lugar donde hice el bachillerato, es mi punto de partida, también -meigas fora- el de llegada. Majadahonda aparte, Olomouc, contrapartida sentimental, y el mundo tan ancho y propio, para negar por una vez a Ciro Alegría. Hecha esta declaración de principios no sorprenderá que la etapa Ferrol-Neda, dentro de un Camino, que tiene entre sus ideólogos a un nedense, Manuel Pérez Grueiro, sea para mí diamante y, también, dinamita, por lo explosiva. Por la explosión sentimental que me lleva a un lugar mítico. Que se despliega, a efectos de Camino, desde la ribera donde la Xunta ha dispuesto un albergue muy competente, y solicitado, pero ¡ay! con pocas plazas. Bien que muy cerca haya un hostal, Maragoto, que suple, a precio asequible, carencias logísticas.
UN DÍA EN NEDA DA PARA MUCHO (SALVO PARA LOS POBRES DE ESPÍRITU, LOS QUE NO APRECIEN LA BELLEZA, LOS ENCADENADOS A LA TELEBASURA; QUÉDENSE EN CASA). En Neda tenemos dos puntos clave. El Monte o Coto de Ancos, punto muy privilegiado para ver la Ría de Ferrol casi en su totalidad y, al fondo, tal vez a través de un velo de calima, Coruña e incluso las Islas Sisargas. Y enfrente, Malpica. El peregrino, romero el que va a Roma, palmero, a Jerusalén, hará bien en subir a Ancos, 262 metros de altura, ascensión más cómoda, también más larga, por la Cruz do Pouso, más empinadamente corta por Casadelos, dejando a un lado la legendaria ciudad de Libunca, en puridad un castro celta. Subirá, teniendo así una cierta idea de qué cosa es el cielo. Y, si quedan piernas, haría bien el buen peregrino en dirigirse a la Fervenza del Belelle. Fervenza, de ferver (hervir), vale para cascada. Formada por la caída de uno de los ríos más limpios que jamás haya visto. Que en su momento dio energía a catorce molinos. Hoy son hornos eléctricos los que siguen dando fama panadera a mi pueblo. (Fernando Romay ese gigante sentimental, pleonasmo, abría los ojos con ternura golosa cuando le expliqué mi procedencia; él había jugado un tiempo el el OAR Ferrol, y sabía del pan de Neda: manjar o maná).
PERO AHORA ESTAMOS BORDEANDO LA RIBERA DEL RÍO GRANDE DE XUVIA, CAMINO DE LA VILLA DE NEDA. Y dejamos la Isla de A Repunta, posadero efímero de ánsares, pequeña y fructífera como un solo de Charlie Parker, para pasar por pasarelas de madera sobre los humedales nedenses; al fondo, buscándose la vida y los peces, múnjeles, básicamente, gaviotas y cormoranes. Y llegamos a Santa María de Neda, Santa María del Puerto. Porto vale en gallego para vado en un río (aparte de ser refugio o atracadero de naves). Ahora cruzaremos el Belelle por el puente o pasarela reconstruido para el Camino Inglés. Surcando el Camino del Paraíso, que nos lleva al Concello. En la escalera junto al Archivo Histórico, que fuera Hospital de Peregrinos, donado por mi antepasada en línea directa, Margarida Fernández, nos espera el alcalde, Don Ángel Alvariño, flor de albricias y hospitalidad.
Con él y sus ediles la instantánea adjunta. De tal señor, tal honor. Comer en Neda: O Lagar vale la pena, precios, productos (los chipirones, ricura) y amabilidad. Antes de descansar de tanto ajetreo. Los alumnos, los míos, a lo largo de nueve años han parado en el IES Fernando Esquio (por aquel inmenso poeta medieval, “Que me queres, Amor?”), Pabellón de O Roxal, Centro Cívico, Pabellón Ale de la Paz. Para los no escolares, en Neda, Albergue de la Xunta o el Hostal Maragoto, ya se dijo. En todo caso en mi/ nuestra/ vuestra Neda hay hospitalidad a manos llenas y quien lo dude pregunte en el Consistorio. O a quien firma esta secuencia caminera. Él mismo, peregrino, sustantivo, a veces también adjetivo. (Continuará). *Vicente Araguas es poeta y escritor majariego, autor de “Enseñando Poesía en la Escuela” (Magíster/ Pigmalión).