FELIX G. PEDROCHE. *Militante del Partido Popular en Majadahonda. Un Congreso Nacional sin ponencias a debatir es un Congreso vacío al que asisten convidados de piedra (compromisarios de paja), invitados por compromiso, donde sus opiniones no cuentan. El PP se ha convertido en un partido vacío, donde no existe debate interno, que sólo sirve para justificar la poltrona de un equipo de parásitos sociales, empeñados en mantener su estatus económico, como contraprestación a su falta de acción. Es lo que ha germinado como resultado de un presidente nacional (Pablo Casado), empeñado a través de su secretario general (Teodoro García Egea) en barrer todo atisbo de iniciativa o propuesta de superación por parte de sus afiliados, reducidos a la nadería más absoluta, sometiendo a sus líderes naturales (Isabel García Ayudo, Cayetana Alvarez de Toledo) al más atroz escarnio político, creando un ejército de enanos mentales a su imagen y semejanza.
Como ha venido siendo habitual en Majadahonda desde tiempos inmemoriales, los 3 compromisarios de paja elegidos a dedo por su jefe y representante (alcalde de Majadahonda), que han venido asistiendo al Congreso Nacional, lo hacían bajo condición de no abrir la boca (sin enmiendas a las ponencias). Si además se trata de «un Congreso sin ponencias que debatir», lo que el nuevo portavoz Esteban González Pons ha organizado, por orden del presidenciable Alberto Nuñez Feijoo, deja traslucir un mandato en el que la participación de los afiliados como meros palmeros, se limite a oir, ver y callar. Se trata de un Congreso Nacional, organizado de forma precipitada para que los convidados (compromisarios amordazados) rindan tributo de pleitesía al nuevo presidente, recién llegado de su virreinato gallego.
Un partido político donde no existe «democracia interna» (no fomenta la participación de sus afiliados), unido al sistema de «listas cerradas» (bloqueadas) utilizado en los comicios electorales, da como resultado un Gobierno de tercera división, donde sus logros macroeconómicos principales (paro, déficit público) sitúan a una nación en el furgón de cola respecto a sus socios comunitarios. Esta plutocracia política, soportada por una sociedad española enferma y decadente, donde los jóvenes talentos han de emigrar al extranjero en busca de una oportunidad que les dé enfoque de futuro a su vida, y que no obtienen en la patria que les vio nacer, es el residuo que queda al final en este recipiente de miseria y acritud social a que seguimos sometidos por estos pseudomandatarios políticos. En España tenemos instalada la mediocridad al frente de la política, y este es el motivo y no otro, de que no levantemos cabeza en la esfera internacional.