MANU RAMOS. «Posible infarto«. Fuentes oficiales de la Dirección General de la Guardia Civil confirmaron a MJD Magazin que el fallecimiento del chófer del sector VTC (Vehículos de Transporte Concertado), al que están adscritos empresas como Cabify o Uber, se debió presuntamente a una parada cardiaca. El conductor, de 64 años de edad, estacionó su vehículo al sentirse indispuesto y fue encontrado por una vecina que lo vio con la cabeza recostada sobre el volante. En un principio pensó que estaba dormido pero al regresar de su paseo dominical comprobó que seguía inmóvil en la misma postura. Fue entonces cuando se decidió a llamar a la Policía Municipal de Majadahonda, que solo pudo certificar su muerte. El atestado lo instruye actualmente la Guardia Civil y no se conocen datos de la identidad del fallecido, tan solo ha quedado una fotografía que recoge el cuerpo sin vida envuelto en el papel de aluminio isotérmico de color amarillo con el que se cubren los cadáveres tras un accidente, momento que recoge la imagen. Según la Fundación Mapfre, el infarto agudo de miocardio (IAM) es la necrosis (muerte celular) de las células del músculo cardiaco por falta de riego sanguíneo y consiguiente aporte de oxígeno debido a una obstrucción o estrechez de las arterias coronarias. El flujo sanguíneo, a través de las arterias coronarias, se pueden obstruir por un coágulo de sangre o por la arteriosclerosis. El paciente con infarto sufre un dolor como el de la angina de pecho, aunque éste es más intenso y prolongado, pues se puede irradiar hacia la mandíbula, cuello, espalda, epigastrio (parte superior del abdomen, desde la punta del esternón hasta el ombligo), brazo izquierdo o derecho, «y que se acompaña de síntomas como palpitaciones, sudoración fría, náuseas, debilidad o mareo».


«El infarto es una enfermedad de pronóstico muy variable que depende de múltiples variables como la extensión de la isquemia miocárdica, grado de disfunción ventricular, inestabilidad eléctrica, de la edad, y de enfermedades de base como la arteriosclerosis, la hipertensión arterial o la diabetes, etc. Si el infarto es muy extenso, puede producir arritmias o insuficiencia cardiaca crónica. Si el infarto es de pequeña extensión, se puede llevar una vida normal, aunque siempre controlado. El tratamiento de urgencia consiste en suprimir el dolor, reducir el tamaño del infarto y prevenir o tratar las arritmias ventriculares u otras complicaciones. Se basa en antitrombóticos y en el tratamiento anteriormente explicado para la angina de pecho», añade la Fundación.

EL INFARTO EN LOS CONDUCTORES. Los pacientes que han sufrido infarto no pueden conducir mientras persistan las complicaciones o el riesgo de que se produzcan, y hasta que el especialista, tras un margen de tiempo superior a tres meses, pueda dar una opinión pronóstica del proceso, con los consejos y la actividad cotidiana que el paciente puede desarrollar, incluida la conducción. Si el paciente con infarto ha cumplido el tiempo de seguridad, se le permite conducir, aunque si están anticoagulados, tienen más riesgo de hemorragias tras contusiones, y ante cualquier signo o síntoma que pueda significar una recaída, debe dejar de conducir y consultar a su médico. Los pacientes que han sufrido un infarto padecen con frecuencia alteraciones del estado de ánimo por miedo o angustia que puede interferir con la conducción restándole seguridad.

El estrés de conducir en ciudades con mucho tráfico perjudica a los pacientes con infarto relativamente reciente, por lo que deben evitar la conducción en horas punta o en vías complejas. El paciente que ha sido sometido a un proceso de revascularización coronaria debe encontrarse sin síntomas, con adecuada función cardiaca y con autorización del especialista sobre el momento adecuado para reiniciar la conducción. En cada revisión médica posterior se indicarán los posibles cambios en la recomendación de conducir, según la evolución del paciente. Si posee aneurisma ventricular o pseudoaneurisma cardiaco con riesgo de complicaciones no puede conducir. Después de la cirugía, el especialista dictaminará en qué momento es posible la conducción, dependiendo de la función cardiaca y del riesgo de complicaciones añadidas. Cuando el aneurisma se encuentre estabilizado, no interfiera con la función cardiaca y su posibilidad de embolizar sea mínima, se podrá permitir la conducción.

 

 

Majadahonda Magazin