MIGUEL SANCHIZ. Esta segunda y última parte de la entrevista que se publica este domingo 10 de diciembre (2023) con el historiador y periodista José Javier Esparza para la sección «Gente Maja que se Moja» finalizaba con una pregunta de rigor: ¿Te importaría, como gran periodista que eres, poner el punto final de esta pequeña entrevista? Y su respuesta me ruboriza y conmueve: «El gran periodista eres tú, así que sólo puedo cerrar diciendo que me siento muy honrado por haber merecido la atención de uno de los pioneros de la televisión en España». Halagos y elogios al margen, le pregunto también cómo cree que influye su perspectiva política como confeso pensador de derecha ideológica en sus obras y presentaciones y José Javier Esparza responde con franqueza: «No sé hasta dónde influye, sinceramente. Por supuesto, cuando se trata de analizar la actualidad, es decir, en el trabajo periodístico cotidiano, la perspectiva ideológica previa te da ya una clave de interpretación para tratar de entender y explicar los hechos, y ya te digo que a mí esto no me parece deshonesto, lo deshonesto sería ocultarlo. Pero que conste que es una operación intelectual, no política, es decir: uno interpreta los hechos en función de sus claves previas, pero no retuerce los hechos para que encajen en ellas. Ahora bien, en los otros ámbitos de mi trabajo, y en particular en la divulgación histórica, intento abstenerme de cualquier prejuicio: los hechos son los que son, así en la actualidad como en la historia».
P: ¿Cómo ves el futuro de la historiografía y el periodismo en un mundo cada vez más digital? J.J.E: El mundo digital ha multiplicado exponencialmente tanto las posibilidades como los peligros. Por un lado, nunca antes ha habido tanta información de todo tipo circulando por ahí. Por otro, nunca ha sido tan fácil condicionar o controlar a la gente precisamente por ese exceso de información. Eso quiere decir que ya no basta con aprender cosas, sino que, además, ahora hay que aprender a aprender, para separar la verdad de la mentira. Pero eso es algo que no se puede dejar en manos del poder.
P: ¿Cuál es tu libro de historia favorito y por qué? José Javier Esparza: Perdón por cambiar el paso, pero mi libro favorito no es un libro de Historia. Es “La emboscadura” de Ernst Jünger, el autor al que dediqué mi tesis doctoral: una reflexión sobre cómo la persona singular puede guardar su soberanía en los tiempos del control total… aunque, ahora que lo pienso, quizá sí sea un libro de historia contemporánea. P: ¿Cuál es la mayor lección que has aprendido a lo largo de tu carrera como escritor e historiador?. J.J.E: Una enorme paradoja. Por un lado, que es verdad lo que decía Goethe de que es imposible contar nada realmente nuevo, sólo es posible contarlo de una forma que, esta sí, sea nueva. Es lo que luego esculpió Eugenio D’Ors con el célebre “todo lo que no es tradición, es plagio”. Pero al mismo tiempo que eso es así, también es cierto que uno nunca deja de aprender cosas y que todos los días -todos- aparecen perspectivas innovadoras. Por ejemplo, en el trabajo de la divulgación histórica, todo lo que en los últimos años nos han aportado la genética, la climatología, la arqueología, la epidemiología, etc., y que han cambiado muchas de las certezas que dábamos por definitivas. En dos palabras: guarda los pies en terreno firme y, al mismo tiempo, ten los brazos ágiles y sueltos para capturar todo lo bueno que circula por ahí.
P: En tu programa de televisión, «El Gato al agua», ¿cómo eliges los temas que abordas y cómo te preparas para presentarlos? J.J.E: El Gato es un programa de análisis, de manera que lo fundamental es escoger entre la actualidad aquellos asuntos que resulten más transcendentes o vayan a tener más recorrido. Como soy valenciano, tiendo a representarme esto como una falla: empiezas a trabajar bien temprano en la mañana, con la mayor dedicación, escogiendo los principales temas del día, enlazándolos unos con otros, pensando la mejor manera de presentarlos de modo que inviten a reflexión, bien escoltado por esos dos excelentes profesionales que son Anna Angelova y Miguel Gutiérrez, reflexionando sobre qué decir y cómo hacerlo (porque trabajo sin teleprompter) y, cuando todo está acabado, lo quemas en un par de horas de la forma más brillante y espectacular posible (y si hay mascletá, mejor). Y al dia siguiente, a empezar otra vez. P: ¿Cuál es la importancia de la historia en la sociedad actual? J.J.E: Decisiva. Más todavía cuando el poder, en todas partes, trata de manipularla o incluso prohibirla. Volvemos a lo que decíamos antes: el hombre es esencialmente un ser histórico. Por tanto, privarle de su historia o alterarla es tanto como aniquilar su identidad. ¿Y qué mejor regalo para el poder de nuestro tiempo, que es un poder técnico y económico, cuyo verdadero rostro se oculta, que unos hombres que no saben quiénes son ni de dónde vienen?.
P: ¿Cuál es el libro o proyecto en el que estás trabajando actualmente y qué podemos esperar de él? J.J.E: Una de mis líneas de trabajo es una serie de novelas históricas sobre los primeros tiempos del Reino de Asturias, los siglos VIII y IX. Se trata de novelas, ciertamente, pero en las que trato de aportar el mayor rigor histórico posible. Por así decirlo, es como si tuviéramos en la mano un puzzle: la Historia nos da una cierta cantidad de piezas, pero deja muchos espacios vacíos, y ahí es donde entra la mano del novelista para llenarlos de una manera que parezca, por lo menos, verosímil. Esta línea comenzó con “El caballero del jabalí blanco”, siguió con “El reino del norte” y “Los demonios del mar”, y ahora estoy con el cierre del ciclo, una novela sobre la supuesta batalla de Clavijo que se va a llamar “El jinete de luz”. P: ¿Cómo ves el futuro de España? J.J.E: Mi último libro se llama “Te voy a contar tu Historia” y es una historia completa de España que termina con un capítulo titulado “La desconstrucción”. Hoy estamos precisamente ahí, en la desconstrucción de España como nación histórica, de manera que vivimos un momento absolutamente decisivo. O se culmina el proceso y la España que hemos conocido se descompone en una especie de confederación de nacioncitas subsumida en el mundo global, o somos capaces de reconstruir nuestra identidad colectiva para que España siga existiendo como sujeto histórico. Nos encontramos ante un desafío propiamente existencial. Un combate que va mucho más allá de la pequeña política cotidiana.
Maestro Sanchiz permíteme la expresión : vaya dos monstruos del periodismo os habéis juntado. Sigo pensando que la respuesta buena va en la línea del que sabe preguntar.
Habéis conseguido entre los dos una lección magistral de periodismo, historia y humanismo. Un lujo y un gusto leeros.
Saludos agradecidos
Sigue sin contestar de forma concreta a las preguntas de Miguel Sanchiz. Habla de poder pero no del gobierno o del tipo de gobierno. Por último, utiliza el término «desconstrucció» y esa palabra no existe en el diccionario de la RAE. Si existe la palabra «deconstrución» (deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura). No es por hacerte «la pelota» Miguel pero las preguntas me parecen ¡BUENÍSIMAS! pero insisto que el entrevistado «no se moja»… no entiendo por qué.
Realmente tus preguntas son asombrosamente adecuadas e interesante y felicidades por el personaje elegido
Os habéis unido dos profesionales magníficos y el resultado ha sido brillante .
A la pregunta «Cómo ves el futuro de España?»
Aquí, yo me mojo, sin ser majo😅por supuesto,
Como yo vengo del futuro,
esto que le pasa a España ya lo viví en Venezuela, calcado, al carbón, y les cuento que en mi país, al comunismo le costó un poco más pero fue cerrando como el «catenaccio italiano» y a todo quien se oponía lo sometía al escarnio público para desmoralizar; dicen que esto es Europa que no va a pasar y digo, con todo lo que Europa promueve, acepta y permite, esto está cantado, va la amnistía y lo que haga falta; soy pesimista, es la tormenta perfecta, todos los enemigos al frente del comando para la destrucción, creo, de esta no sale bien parada🇪🇦
Muy bien cierre de entrevista. Preguntas de actualidad dejando libertad de contestación. Enhorabuena una vez más, Miguel.