JULIA BACHILLER. “Por petición de la Comunidad de Madrid al Arzobispado de Madrid, de nuevo este año 2018 se ha pedido que, como recuerdo de oración por las víctimas de los atentados del 11-M, las parroquias que tiene campanas las toquen a las 9 de la mañana de ese día. Sonarán 3 minutos «a difuntos» y 2 minutos «a gloria». Así lo haremos en Majadahonda”. Con este mensaje, el padre David Benítez, párroco de la iglesia de Santa Genoveva, comunicaba a MJD Magazin el hecho que tiene lugar este domingo 11 de marzo de 2018. En la parroquia de Santa Catalina las protagonistas también serán las 4 campanas, que poseen cada una su nombre: «María Madre», «Cristo de los Remedios», «Santa Catalina» y «San Gabriel». Y en Santa Genoveva lo mismo: «Santa Genoveva», «Los Santos Ángeles» y «Juan Pablo II», se llaman sus 3 sólidos instrumentos musicales. Utilizando su melódico lenguaje recordarán en 3 minutos, con su «toque de difuntos», a los 191 fallecidos en este cruel atentado. Y en 2 minutos, con su «toque a gloria», esa mezcla de alegría por la creencia en una vida mejor y de tristeza por el hecho de la muerte en sí misma. Para todos aquellos que aun en Majadahonda definen con la palabra “ruido” el sonido de las campanas, traducimos el mensaje y el motivo por el cual tañerán.


Hace 14 años, un 11 de marzo de 2004, entre las 7:37 y las 7:41 horas de la mañana, se producía en Madrid el más cruel atentado terrorista que ha vivido España. 4 trenes de cercanías estallaban en Madrid: uno de ellos se encontraba en la madrileña estación de Atocha y realizaba el recorrido entre Alcalá de Henares y Madrid, entrando al túnel que atraviesa la ciudad de sur a norte y llega hasta la estación de Príncipe Pío. Allí se hacía transbordo hacia Aravaca, Pozuelo, El Barrial, Majadahonda y Las Rozas. Una de las víctimas era Anca Valeria Bodea, rumana de 26 años que había llegado a España apenas dos meses antes. Vivía en esos días con unos compatriotas en Guadalajara, desde donde se trasladaba a Majadahonda para cuidar a unos niños. Este atentado, considerado el segundo más letal acaecido en suelo europeo, dejó además heridas muy graves o graves a 1.800 personas y algo menos graves hasta llegar a las 2.050. De todas ellas 90 se encontraban además en situación crítica con secuelas importantes.

Otro de los condenados por los atentados en calidad de cooperador necesario y relacionado con Majadahonda fue Rafá Zouhrier, un vecino hispano marroquí que tiene el dudoso honor de ser el primer yihadista que vivió en la ciudad. Zouhrier fue condenado por su participación en el 11-M tras quedar acreditado que era un «topo» policial que hizo de intermediario entre la célula islamista que perpetró los atentados y el ex minero Suárez Trashorras, un tipo de vida disipada entre los bajos fondos asturianos que facilitó los explosivos a los terroristas a cambio de dinero. Rafá Zouhrier sostuvo que denunció la situación a la policía pero una descoordinación entre varios mandos impidió la desarticulación de la banda yihadista. Cumplió 10 años íntegros por estos delitos y cuando terminó su condena el Ministerio del Interior lo expulsó de España a Marruecos.

La discrepancia en las cifras de heridos se debe a que algunas estadísticas incluyen los pacientes atendidos después de las primeras 24 horas y otras no. En algunas listas de asesinados del 11-M aparecen 192 personas, en lugar de la cifra de 191. Esto se debe a que dichas listas además incluyen a Nicolás Jiménez Morán, un bebé nacido el 10 de mayo de 2004 y que falleció a los dos días como consecuencia de las heridas sufridas por la madre en los atentados. Y a Francisco Javier Torronteras Gadea (español de 42 años), miembro del Grupo Especial de Operaciones (GEOs) que no fue asesinado en los atentados, sino en la explosión en la que se suicidaron el 3 de abril del mismo año en Leganés varios autores de los atentados. Este es el motivo de que en el Bosque del Recuerdo se plantaron 192 árboles. ANA MARTÍN PLAZA (RTVE). El terrorismo yihadista sembró el terror el 11-M en Madrid. España vivió el 11 de marzo de 2004, a solo tres días de unas elecciones generales, el peor atentado de su historia con 191 muertos y más de 1.800 heridos. Se convirtió en el segundo ataque terrorista más grave de la historia de Europa, solo superado por el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988 con 270 muertos. Una célula islamista colocó a primera hora 13 artefactos explosivos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. Estallaron diez de las bombas en la estación de Atocha, frente a la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia entre las 7.37 y las 7.40 horas. Siete de los terroristas que pusieron las bombas se inmolaron semanas después, el 3 de abril, en un piso de Leganés, matando a un GEO, la víctima 192 del 11M. La sociedad española respondió a la barbarie terrorista con las manifestaciones más multitudinarias de la democracia. Cerca de 12 millones de españoles salieron a la calle el 12 de marzo para expresar su rechazo al terrorismo. Dos días después ganó las elecciones el PSOE, tras una jornada de reflexión marcada por las protestas ante las sedes del PP de ciudadanos que acusaban al Gobierno de ocultar datos sobre los autores de los atentados.

La célula yihadista del 11-M: La sentencia de la Audiencia Nacional consideró probado que el atentado había sido perpetrado por terroristas islamistas con “dependencia ideológica respecto a los postulados defendidos por Al Qaeda”, pero destacaba que no aparecía “relación alguna de carácter jerárquico con otros grupos o con otros dirigentes de esa organización”. La célula del 11-M, proseguía la sentencia, podía “considerarse a los efectos penales como un grupo u organización terrorista diferente e independiente”. El investigador principal de Terrorismo Internacional del Real Instituto El Cano, Fernando Reinares, sostiene en el libro «¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España», que el 11-M comenzó a idearse en Pakistán a finales de 2001 como venganza por la desarticulación de una célula de Al Qaeda en España. Este experto desvincula por lo tanto la decisión de mandar tropas a Irak del Gobierno de José María Aznar, que se tomó mucho después, con los atentados de Madrid aunque los terroristas utilizaron la invasión de este país para justificar el ataque a España. También desvincula la elección de la fecha de los atentados con las elecciones generales, ya que el día 11 de marzo se fijó antes de la convocatoria de los comicios, según sus últimas investigaciones.

Quién colocó las bombas en los trenes: La sentencia relata que los siete suicidas de Leganés, entre los que se encontraban Jamal Ahmidan «El Chino» y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet «El Tunecino», junto a los dos condenados a 42.922 años de prisión como autores materiales, Jamal Zougam y Othman El Ganoaui, y otra persona que no ha sido identificada colocaron las “13 mochilas o bolsas cargadas de explosivos temporizados para que explosionaran simultáneamente”. A consecuencia de las explosiones fallecieron 191 personas: 34 en la estación de Atocha, 63 en la calle Téllez, 65 en la estación de El Pozo, 14 en la estación de Santa Eugenia y 15 en distintos hospitales de Madrid. Dos de los tres artefactos que no estallaron se detonaron de forma controlada en la estación de Atocha y de El Pozo. La tercera bomba, procedente también de este último punto, fue encontrada en la madrugada del 12 de marzo en la comisaría de Vallecas y desactivada en un parque cercano. La conocida mochila de Vallecas fue clave para determinar qué explosivo usaron los terroristas y llegar hasta Zougam, que fue detenido el sábado 13 de marzo. Las tarjetas de móvil de las bombas salieron de su locutorio.

La trama asturiana de explosivos: La sentencia considera probado que “toda o gran parte de la dinamita de los artefactos que explosionaron en los trenes el día 11 de marzo” procedía de Mina Conchita. El tribunal concluyó que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO, cuyos restos aparecieron en todos los focos de los trenes sin descartar que pudiera haber pequeñas cantidades de Goma 2 EC, una dinamita que puede dejar algunos restos comunes con el Titadyne. El entonces jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, asegura en el libro «Las bombas del 11-M. Relato de los hechos en primera persona», que la misma mañana de los atentados descartaron el uso de esta última dinamita, usada habitualmente por ETA. La Audiencia Nacional relató en la sentencia que Jamal Ahmidan «El Chino», y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, condenado a 34.715 años y medio como cooperador necesario de 192 asesinatos terroristas, acordaron entre octubre de 2003 y enero de 2004 el suministro de dinamita procedente de Mina Conchita.

Trashorras hizo llegar mediante emisarios parte de los explosivos el 5 y 9 de enero. El propio Jamal Ahmidan viajó a Asturias el 28 de febrero para recoger el resto directamente de la explotación. Fue Rafá Zouhier, que salió el domingo 16 de marzo de 2014 de la cárcel tras cumplir diez años de condena por tráfico de explosivos, el que puso en contacto a «El Chino» con Suárez Trashorras tras conocer al cuñado de este último, Antonio del Toro, en la cárcel en septiembre de 2001. Los explosivos fueron escondidos en la finca que Jamal Ahmidan tenía en Morata de Tajuña. Allí fue donde se montaron las bombas. Tres de los terroristas se desplazaron en una furgoneta hasta Alcalá de Henares a primera hora del 11 de marzo para colocar las mochilas en varios trenes con destino a Madrid. Otros miembros de la célula hicieron lo mismo en otros puntos del corredor del Henares.

Sentencias de la Audiencia Nacional y el Supremo: En noviembre de 2004, la Audiencia condenó al entonces menor «El Gitanillo» a seis años de internamiento y cinco de libertad vigilada por haber transportado parte de los explosivos de Asturias a Madrid, pero el macrojuicio por el 11-M, con 28 procesados, no arrancó hasta febrero de 2007. La sentencia se conoció el 31 de octubre de ese mismo año. La Audiencia condenó a tres de los procesados como autores de los asesinatos (Jamal Zougam, Othman el Gnaoui y Suárez Trashorras); absolvió a Rabei Osman «El Egipcio», al no hallar pruebas de que ordenara los atentados y haber sido condenado ya por terrorismo en Italia; y a los otros dos acusados considerados autores intelectuales por la Fiscalía, Youssef Belhadj y Hassan el Haski, los impuso una pena de 12 y 14 años, respectivamente por pertenecer a un grupo terrorista. El Tribunal Supremo confirmó en su sentencia del 17 de julio de 2008 la autoría yihadista de los atentados, aunque rebajó algunas penas, absolvió a cuatro de los condenados por la Audiencia por pertenencia a grupo terrorista y condenó por tráfico de explosivos a uno de los absueltos en primera instancia, Antonio Toro.

Majadahonda Magazin