«Y pues cultura y deporte van unidas, como nadador, veterano, naturalmente, echo en falta una piscina pública en condiciones (como la olímpica que vengo de disfrutar en Olomouc (Moravia), últimamente). Una piscina así permite combinar natación, saltos y waterpolo, todo debidamente armonizado». En la imagen, protestas de la sociedad civil frente al Ayuntamiento por el cierre de la piscina de Huerta Vieja

VICENTE ARAGUAS. ¿Duerme Majadahonda? Se preguntaba hace bien poco un lector habitual de este medio, y comentarista de los buenos, de los que dan la cara y firman sin tapujos, Alejandro Manzaneque, si Majadahonda es algo más que una prolongación de Madrid. Y yo, gallego de Majadahonda, y de más sitios, sí, que el mundo –por una vez contradigo a Ciro Alegría– es cada vez menos ancho y ajeno, y enamorado de esta pequeño gran pueblo, respondo que somos eso y mucho más, pues aunque enlazamos con Madrid, por el Plantío y el Monte del Pilar, tenemos entidad propia a falta, seguramente, de imaginación y capacidad inversora para completar la jugada. Un juego entre bucólico y vital que viene de los tiempos de María Castaña en que fuimos aprisco y campos de cultivo y aire puro de la falda de la Sierra. Y una iglesia, ahí sigue, cuya torre bien pudo haber sido atalaya, como la de Torrelodones, desde la que hacer señales heliográficas. Heliógrafos los antecesores de los magrebíes que han dado en trabajar y avecindarse entre nosotros. La Majadahonda de antes, de la guerra y de más allá del antes, lo suficientemente apartada de Madrid para ignorarse mutuamente (salvo por los archicitados Cervantes y Quevedo, vid. “Majalahonda” en ambos), dio paso a un acercamiento, años sesenta, primer empujón demográfico importante, hacia la capital.


Vicente Araguas

Pero también en lo que concierne a hacer de Majadahonda un espacio confortable, y no solo como ciudad dormitorio, que es lo que seríamos si dejásemos de reinventar lo que hubo en los años 80-90, muy buenos mimbres para la fabricación del cesto hoy, me temo, bastante desmembrado (y ahí le doy la razón a Don Alejandro). No, no es en el aspecto educativo donde falla el asunto. Tenemos enseñanza pública, concertada y privada en número suficiente. Sin embargo en el terreno específicamente cultural, ahí el desastre, que nos obliga a depender de Madrid. Hace falta, es urgente, la creación de un auditorio pues el Alfredo Kraus, como señalé en reciente artículo, es una locura auditiva. La Casa de la Cultura se ha quedado pequeña; pensada para un tercio de la población actual majariega (de las más cultivadas de la Comunidad, dicen). No hay una sala de exposiciones que merezca ese nombre. Ni un museo monográfico del tipo que sea, tal vez uno que reinterpretase lo que ha sido Majadahonda (precisamente).

Y pues cultura y deporte van unidas, como nadador, veterano, naturalmente, echo en falta una piscina pública en condiciones (como la olímpica que vengo de disfrutar en Olomouc (Moravia), últimamente). Una piscina así permite combinar natación, saltos y waterpolo, todo debidamente armonizado. El fútbol: tenemos un club integradísimo en el pueblo, pero con poca masa social y espectadores (salvo el año de Segunda). Vale, no somos Getafe o Leganés, pero sí que estamos en ese camino. ¿Qué ocurre que el personal no se anima a ir al campo, en el campo, sí, ese Cerro del Espino, tan estupendo? Aún sin cubierta. ¿Quién tiene la culpa? Algo, alguien, está fallando sistemáticamente.

Parques: en el de Colón sobra cemento. Y –en general– hay poca arboleda. Ya no digo césped, que estamos donde estamos, y aun así. Hospital, muy bueno Puerta de Hierro, un lujo que nos permite no depender de Madrid. Pero el Centro de Salud merece una vuelta. Apunto esas cuestiones, Y me estoy quedando corto. He de volver a ello. Cuando haga otro alto en el callejero. Y le respondo a Mayra que sí, que esos establecimientos que tan bien nos han atendido y atienden merecen un libro, A ver. No, no nos durmamos en los laureles. Que esta no es, ni puede, ni quiere ser una ciudad dormitorio. Que no. *Vicente Araguas es autor de «El deseo aislado. Poesía 2010-2024» (Ed. Sial/ Pigmalión).

 

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