LOLES DOLZ ROMERO. Produce escalofríos constatar que son ya 53 las mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en lo que va de año 2023. Más de una por semana, sin contar el resto de feminicidios. Se acerca el 25-N, Día contra la Violencia de Género, y toca refrescar la memoria. Han sido 1.237 las mujeres asesinadas en nuestro país desde 2003, año en que empezaron a contabilizarse estos crímenes. Y pasan de 400 los menores que quedaron huérfanos por esta violencia desde 2015. Además 50 niñas y niños han sido asesinados por sus padres para torturar a sus madres. Podríamos seguir añadiendo datos, como la estadística sobre agresiones sexuales del Ministerio de Interior, que en 2022 cifra en 17.389 los delitos contra la libertad sexual, 48 de media al día. O el incremento de delitos sexuales, más de un 28% respecto a 2019 y un 13% respecto a 2021. Los números cantan y muestran claramente que demasiadas veces no llegamos a tiempo de salvar de muerte segura a muchas mujeres de distintas edades y condición.
No es casual el aumento de la violencia sexual. La negación de la violencia de género ha crecido últimamente, a pesar de las macabras cifras. Partidos políticos como Vox se jactan de ello repitiendo insistentemente que la violencia no tiene género, como si fuese una maldita casualidad el hecho de que ser mujer sea de facto un factor de riesgo, según lo atestiguan todas las estadísticas habidas y por haber. Cuando se trata de erradicar la violencia de género, las leyes son un marco indispensable, pero su aplicación corresponde a todos los poderes públicos. No basta con que en nuestro país, gracias al empuje del movimiento feminista, se hayan dado en los últimos años pasos importantes en la lucha contra la violencia machista. Resulta imprescindible además el compromiso diario de los municipios para desarrollar programas concretos de prevención, detección y atención a las víctimas de violencia machista en sus diferentes manifestaciones. Y eso le reclamo desde aquí a nuestro Ayuntamiento de Majadahonda. Porque el machismo mata. No lo olvidemos.
A mí que no vengan con milongas. Dice un refrán que, muerto el perro se acabó la rabia. Mientras no se aplique una verdadera justicia a los malhechores de pro y a los machistas cuando hacen lo que no tienen que hacer, violando al que sea, maltratando o escupiendo, esto no se podrá cortar de raíz, aunque de raíz, raíz, no creo que se pueda cortar, pero aminorar este mal endémico, y lo creo que se lograría, y no la ley esa que se sacó de las narices la querida del ex coletas.
Educación único remedio para en un par de generaciones cambiar la tendencia. Ni persecución ni castigo cambian ni disuaden. Solo el cambio de mentalidad basado en la educación servirán. Qué se ha hecho en este sentido en todos estos años de democracia? Reflexionemos.