JULIA BACHILLER. En el anterior capítulo hablábamos del ruido provocado por las máquinas del servicio de limpieza, una constante que viene denunciándose por los vecinos y a lo cual, con el paso del tiempo, muchos se han mal acostumbrado. Pero el fatídico “sopla hojas” se lleva el reconocimiento al más molesto, además de las partículas que levanta y expande por el lugar, algo que los alérgicos temen al escucharlo. Pero no solo el ruido afecta a este mal servicio municipal. La Gran Vía ya acusa, por su limpieza diaria y el peso de la maquinaria utilizada, el efecto de algunas baldosas sueltas y la pérdida de color que se ha vuelto mate en su superficie, además de la desgracia que supuso instalar unos adoquines tan desagradables para transitar sobre ellos, con. falta de rugosidad para evitar el deslizamiento. ¿Y el resto de calles del municipio?. El camión cisterna lanzando agua a presión traslada la suciedad del asfalto hacia los vehículos estacionados, aceras, viviendas y escaparates que encuentra a su paso. Por poner un ejemplo, los vecinos de la Avenida Rey Juan Carlos I, en el tramo comprendido al principio de la numeración de la calle, ven con asombro como los restos de basura y la maleza se ha convertido en pequeños arbolitos por su crecimiento, vegetación que se acumula cerca de sus viviendas en zonas comunes a las cuales les corresponde al Ayuntamiento su limpieza.
PARQUES Y JARDINES: El llamado “tubo”, instalación infantil situada en la Plaza de Colón, es uno de los más utilizados por su ubicación, pero por su antigüedad y estado tiene más que ganada una modernización y acondicionamiento. Otro ejemplo lo tenemos en El Pinar de Doña Consuelo: es lamentable recibir en esta redacción y en foros o redes sociales las imágenes tomadas por los vecinos. Son las mismas que les han remitido a los concejales responsables y que aún aguardan contestación por su parte. El Pinar anuncia un horario de apertura y cierre, pero como puede verse en las fotografías, un gran agujero provocado en su vallado facilita el acceso a cualquier hora. Lo más destacable son los montones de ramas acumulados en su interior que junto a la pinocha esparcida por el suelo, podrían desencadenar una desgracia en la zona, según temen los residentes.
Esto tan solo es una pequeña muestra de lo que a diario altera la «calidad de vida» en Majadahonda, por lo que habrá que recordar que fueron los propios concejales los que decidieron en su día presentarse a unas elecciones para dar solución a estos inconvenientes. Ellos decían sentirse capacitados para dirigir un Ayuntamiento, pero a día de hoy tan solo alardean de costosas e inútiles inversiones urbanísticas y ficticias bajadas de impuestos. Solucionar los inconvenientes de la vida cotidiana ha de ser una prioridad para cualquier mandatario, las grandes inversiones urbanísticas o todo tipo de ornamento que indique que esto es Majadahonda, son ganas de perder el tiempo y un derroche innecesario.