Imagen histórica: la Reina Victoria en el Plantío

DARIO BUSTILLO. Estando en el cargo de teniente de alcalde del barrio de Arriba de Majadahonda, donde siempre había vivido, a Rufino Bustillo Calvo le tocó asistir al recibimiento de la Reina Victoria cuando pisó por primera vez tierra española, hecho que tuvo lugar en el paso a nivel que había entre Majadahonda y El Plantío, donde la recogió el que había de ser su marido Alfonso XIII, saludando a las autoridades del pueblo, entre ellos mi abuelo, que formaba parte de la Corporación Municipal. Este hecho ya fue recogido en una publicación del periódico El Imparcial de fecha 26 de mayo de 1906, y que se publicó en esta revista junto a las memorias de mi padre en el verano del año 2018.


Darío Bustillo

Cuando estuvo en el Ayuntamiento, mi abuelo formaba coalición con un hombre que era amigo suyo, el tío Natalio, yerno del famoso tío “Tábano”, y que a decir de muchos, fue el mejor alcalde de aquellos tiempos, y de algunos más que han pasado después, llevó el agua y la luz eléctrica al pueblo, entre otra serie de mejoras, y con las arcas municipales repletas de dinero. Por este motivo, los opositores le empezaron a minar el terreno y aprovechando que era un poco visionario lanzaron la consigna de que estaba loco, se lo hicieron creer a la gente, y poco a poco lo aislaron, hasta que de tantos disgustos como se llevó, terminaron con su vida… Mi abuelo que vivió toda aquella conspiración, no quiso volver a meterse más en política local, a pesar que después no le faltaron proposiciones.

En lo que respecta a la religión, no le decía nada. No se oponía a ella, y dejaba que cada cual la interpretase a su manera. No se acercaba a la iglesia, sino era para salvar algún compromiso familiar o amistoso, como alguna boda o un duelo en los entierros. Socialmente era amigo de todo el mundo, le gustaba la paz por encima de todo, no le gustaban las peleas, pero tampoco las rehuía, sobre todo si estaba en juego el honor. Tenía un concepto del honor, por encima de todas las cosas, por eso se marcó una línea de conducta intachable, haciéndola extensiva a todos los suyos. Por lo que mi padre pudo recordar, era respetado, pero no temido, se tenían en cuenta sus opiniones, la mayor parte de veces acertadas, y por las referencias que mi padre fue recogiendo, era admirado por todas las personas de bien. Este era mi abuelo, un hombre de cuerpo entero, al que mi padre siempre ha intentado imitar en todo lo que ha podido y al que se llevó la gripe de 1918-20. Próximo capítulo: «Alfonso murió de gripe con 15 años en el “Puente de la Muerte” de la carretera de La Coruña»

Majadahonda Magazin