ELENA MARTICORENA. En esta tercera y última parte de la entrevista concedida este mes de noviembre (2023) por Sonia Esqueta a Majadahonda Magazin, tras pasar por la Biblioteca Francisco Umbral de Majadahonda, la escritora cuenta algunas de sus dificultades al nacer como una de las Personas Altamente Sensibles (PAS): «¡Dificultades hay prácticamente a diario!. A mí, por ejemplo, me afecta mucho el tercer pilar, el de la sobreestimulación sensorial. Entonces estoy muy incómoda en lugares con ruidos, olores o luces brillantes. Me afecta físicamente y además me agota y me pongo de malhumor… Si lo piensas, verás que situaciones que desencadenan esto hay prácticamente a diario. También llevo muy mal el estrés. El cerebro de las PAS, de serie, genera más cortisol, así que nuestro nivel de estrés es más alto incluso en situación normal. Por tanto, si le añades más factores estresantes, nos disparamos. Cada persona, como he dicho antes, es un mundo, y se ve más afectada por uno o varios de los pilares que hemos mencionado. Es verdad que tenemos muchas dificultades en el día a día. Pero no quiero pasar por alto también la parte bonita, que es mucha también. Lo bonito igualmente lo vivimos más intensamente, así que ahí salimos ganando. Podemos disfrutar muchísimo con detalles que para el resto de personas son insignificantes. Lo que para otras pasa desapercibido, a nosotras puede estropearnos o alegrarnos el día».
¿Recibiste terapias o tratamientos alternativos cuando fuiste consciente de que eras una Persona Altamente Sensible? –La alta sensibilidad en sí misma no requiere tratamiento ni terapia porque, como hemos dicho, no es una enfermedad ni un trastorno psicológico. No lo diagnostica un médico ni ningún especialista. Sin embargo, es cierto que si está mal gestionada puede acarrear disfunciones que terminen precisándolo. También ocurre en algunos casos que se confunde y, sobre todo en niños, se diagnostican trastornos cuando en realidad no es más que alta sensibilidad. En mi caso, nunca he hecho terapia psicológica. He probado terapias complementarias pero no específicamente para tratar la alta sensibilidad (no es algo que se pueda tratar en sí) sino para mitigar consecuencias de ella (incluso sin saberlo) y también de otros procesos físicos no relacionados con ella, indistintamente.
¿Qué hay que tener en cuenta en una Persona Altamente Sensible? –Lo ideal es que se pueda tener en cuenta este rasgo para todo, como cualquier otro rasgo o condición de cada persona. Por suerte, ya va habiendo profesionales especializados en alta sensibilidad, sobre todo en el campo de la psicología. Ahí hace mucha falta (igual que en la enseñanza), porque la gestión emocional es básica para todo el mundo, pero para nosotras más. Pero quiero insistir en que ser PAS no conlleva que necesites una intervención psicológica, por ejemplo. No quiere decir que necesites terapia sólo por ser PAS. Pero si la necesitas, es ideal que tanto tú como el profesional que te trate lo tenga en cuenta. En mi caso, como he comentado antes, cuando identifiqué el rasgo en mí comenzaron a encajar muchas piezas. Me dediqué un tiempo a estudiar sobre ello e hice cambios en mi vida que me favorecieran. Ya lo hacía antes, pero desde entonces me enfoqué muchísimo más en el autocuidado físico y emocional. Para mí es la clave: conciencia, autoconocimiento y autocuidado.
¿Qué relación hay entre los aceites esenciales y la autogestión de la sensibilidad? –Hay varios factores. El principal es que los aceites esenciales trabajan en el campo físico, mental, emocional y energético, para todo el mundo. Y podemos establecer paralelismo con los cuatro pilares que hemos mencionado. Es decir, que actúan en los cuatro campos que a nosotras nos diferencian. Así que son una estupenda herramienta. Tienen usos infinitos, pero el más importante es que pueden ser nuestros aliados para mimar el sistema nervioso. Son una estupenda ayuda para trabajar la calma, apoyar el descanso, y excepcionales para la gestión emocional. Esta parte es muy desconocida pero la relación entre el olfato y el sistema límbico, que es la parte del cerebro que gestiona las emociones, está ya muy estudiada a nivel científico.