El Rayo Majadahonda saca adelante un derby épico en el último minuto del descuento

J. FEDERICO MTNEZ. Partido de infarto el celebrado en el Cerro del Espino este domingo 6 de febrero (2022) como corresponde a un derby. Y enfrente dos equipos, pero sobre todo dos entrenadores: Abel Gómez por el Rayo Majadahonda y Alfredo Santaelena por el Dux Inter. Y no defraudaron. Extraordinaria primera parte de los «rayitos», que en el minuto 12 dejaron encarrilada lo que se presumía una victoria cómoda con un golazo de Borja González de espaldas y de cabeza a un no menos certero centro de Javi Gómez. A partir de ahí, el Rayo Majadahonda se dedicó a contemporizar ante un Inter que parecía no «morder» demasiado. Y con solo mantener el tipo cediéndole el balón a los visitantes parecía tener salvados los 3 puntos. Las llegadas eran además mayoritariamente locales, con dos ocasiones de Cristian, que estuvo inconmensurable tanto en defensa como en ataque y que junto a Borja, Philipe y Casado fueron los MVPs del partido claramente sobre el resto. También Champagne atajó un balón complicado a saque de falta y Javi Gómez forzaba un corner en otro balón que un exigido Yelko Ramos desvió a la perfección. La segunda parte ya fue otro cantar. Los de Alfredo Santaelena se fueron arriba y con un toque de balón que a veces parecía a ritmo de samba brasileña, zarandeaban a un Rayo Majadahonda que se limitaba a aguantar el tipo, achicar balones, defender la línea por encima del borde del área y pensando que el «lobo negro» del Inter, que tanto amagaba pero no consumaba, jamás sobrepasaría esa imaginaria línea Maginot que parece hasta ahora una de las más solida del equipo y de esta preciosa liga de Primera RFEF. Pero tanto empuje del Inter terminaría minando las resistencias rayistas. Y el lobo negro llegó.


J. Federico Mtnez

En el minuto 50 una lesión de un brillantísimo africano Philipe, que en vez de piernas parece tener pinzas de cangrejo, le deja reinqueante. Abel Gómez quiere apurar su presencia y saca del campo a Javi Gómez y a Néstor, que estaban ya algo más que cansados, para dar entrada a los «fichajes» Nando y Tropi (mejor el primero que el segundo). Y Santaelena hace lo propio: saca del terreno de juego a un siempre temible David Barral, que con 38 años sigue metiendo miedo en el area rival, y da entrada a un «tapado»: Kenneth Soler, un chaval zurdo de 20 años cuyo nombre tardará en olvidarse en el Cerro del Espino. Algo se olería Abel Gómez, que prescinde también de Philipe, que ya no puede con su alma, y Mawi, que lo había intentado mucho pero sin fruto, para dar entrada a Iturraspe y Bastos. Faltaban 15 minutos para el pitido final, la delantera rayista continuaba sin aparecer y todo indicaba que el entrenador majariego sacaba el Manual del Fútbol por la página de ese capítulo tan manoseado que se titula «Amarrategui». Pero la fiesta del «derby» tenía todavía mucho que decir. Dos minutos después, el Inter apura hasta recuperar un balón perdido en la línea de fondo y el centro de Blázquez al segundo palo lo engancha Kenneth con una volea por la escuadra que en lugar de llevar su sello parecía obra del mítico Zidane. Ya no era Kenneth sino Kevin Keagan, aquel astro del fútbol que jugaba en el Liverpool y que adquirió tintes de leyenda. La K quedaba grabada en la frente del Rayo casi con fuego. Y los cambios habían dejado sobre el tapete un equipo defensivo que tenía que remontar.

El Cerro del Espino se quedó helado, mudo, boquiabierto y anonadado. Pero entonces emergió un jugador imprevisto, un jugador que lleva el dorsal número 12 a la espalda y que sale siempre a flote en momentos de flaqueza. La Grada Joven comenzó a apretar, el Fondo Norte siguió con sus coros y canciones, nuestro peculiar y genial «Manolo el del Bombo» golpeaba con tal fuerza que la Preferencia le siguió el ritmo y el Rayo Majadahonda comenzó a percutir a ritmo de CUM. Entonces sí salió el Séptimo de Caballería que este Rayo lleva dentro y que veía que perdía este endiabladamente rápido tren de la liga: primero Mario, después Hector, entra Rubén Sánchez como última bala, se añaden 3 minutos, se lanzan 3 corners… Parecía imposible pero un magistral centro desde la derecha y casi tres cuartos de campo llega en el último minuto de la prórroga al área caído como del cielo. Y Héctor, que estaba desaparecido, salta como un cohete, dobla el cuello, gira la espalda, mete la frente y en una acrobacia imposible golpea el balón con bote incluido al otro lado del portero que un infranqueable Yelko Ramos apenas puede llegar a intuir. 

Era un balón con pólvora, dinamita y explosión de júbilo en las gradas que no se creían lo que veían. Frotándose los ojos, algunos llorando de alegría, otros mirando al cielo y los más dando las gracias al Dios del Fútbol. Los 3 puntos se quedaban en el Cerro del Espino en una jornada donde todos los de arriba que jugaron ganaron sus partidos menos el Depor (por fin pincha el líder) y que de haber cedido 2 puntos hubieran supuesto un imprevisto descalabro que abocaba al equipo al abismo. Pero eso fue lo que pudo pasar y no fue porque lo que cuenta es que el Rayo Majadahonda sigue siendo un equipo que hace de su casa un fortín, que ha cambiado su racha (3 victorias y 1 empate en los últimos 5 partidos), que le falta un partido por las artimañas bacterianas del aplazamiento del Racing de Ferrol, y que el domingo viaja a Vigo para vérselas con un Celta de Onésimo que no hace prisioneros y lleva 4 victorias sobre 5. Pero esa es otra historia: la de hoy es la de la alegría del deber cumplido. In extremis, con una pizca de suerte pero con todo merecimiento. Rayo Majadahonda: Champagne (2), Borja (3), Casado (3), Cristian (3), Philip (3), Bernal (2), Néstor Albiach (1), Mario (2), ‘Mawi’ (1), Héctor Hernández (2), Javi Gómez (2). Segundo tiempo: Nando García (2), min, 63, Tropi (1), min. 63, Ángel Bastos (2), min. 73, Gorka Iturraspe (1), min. 73, Rubén Sánchez, min. 80 (1), 

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