
La doctora Sara Alcántara (Puerta de Hierro Majadahonda), especializada en tratar los delirios en enfermos de la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos)
MARIANA BENITO. «Hay una interacción entre los pulmones o los riñones y el cerebro. Y el delirio normalmente es reflejo del sufrimiento que ha tenido el cerebro al pasar por una serie de alteraciones que han sido muy graves», señala Sara Alcántara, especialista en Medicina Intensiva del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda y vicecoordinadora del Grupo de Trabajo de Sedación, Analgesia y Delirium de la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (Semicyuc). La ha entrevistado la periodista Elena Alonso, quien este martes 14 de febrero (2023) publica en La Razón su experiencia en la UCI majariega. Su compañero Eduardo Palencia Herrejón, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Universitario Infanta Leonor, añade: «Aquel hombre joven y previamente sano había ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por una neumonía grave que le causó insuficiencia respiratoria, y necesitó respiración artificial y sedantes a dosis altas durante 10 días. Cuando se le pudo extubar nos contó que recordaba haber confundido los sueros con monos que colgaban de las ramas de los árboles, lo que le hizo pensar que estaba en una selva, y que veía a las personas que entrábamos y salíamos de la habitación como cazadores que queríamos dispararle. Lo recordaba como una experiencia real y aterradora. No es una anécdota, experiencias como esta son frecuentes en personas hospitalizadas con enfermedades graves».
La experiencia de la Dra. Sara Alcántara es que «la mejora de la infraestructura de muchas UCI y de personal de apoyo que favorezca la rehabilitación de los enfermos incidiría favorablemente en la reducción de casos de delirio». Al respecto señala que para prevenirlo y controlarlo se deben aplicar medidas no farmacológicas cómo la configuración del espacio donde reposa el enfermo. Es esencial que no se sientan aislados. Es decir, que se facilite que estén acompañados por las familias y que no estén privados de objetos cotidianos, como sus gafas o su audífono. Recomienda que tengan a la vista relojes para saber qué hora y qué día es, así como que haya en la estancia una clara distinción entre el día y la noche, mejor con luz natural a través de ventanas. Oír la radio, ver la televisión o disfrutar de wifi también sería importante, según esta doctora.
La Dra. Alcántara apunta que la hipótesis que cobra más fuerza para explicar la aparición del delirio habla de un desequilibrio de los neurotransmisores, como la dopamina o la serotonina, que provoca que las órdenes enviadas por las neuronas a la conciencia no sean las normales. «Cuando hay afectaciones pulmonares muy graves sabemos que la inflamación de los pulmones secreta en la sangre una serie de marcadores que afectan al cerebro. O sea, hay una interacción entre los pulmones o los riñones y el cerebro. Los órganos cuando se inflaman, infectan o enferman liberan un montón de sustancias a la sangre y muchas de ellas acaban en el sistema nervioso central, favoreciendo la aparición de estos cuadros», detalla. Según Palencia, además de la edad avanzada y la demencia previa, la presencia de comorbilidades (como la hipertensión arterial) y el consumo de determinadas sustancias (el alcohol, las drogas de abuso, el tabaco y los psicofármacos) aumentan el riesgo».
«También son más vulnerables aquellas personas que tienen el cerebro inflamado, como en casos de infecciones del sistema nervioso central. «Lo hemos visto en la covid en enfermos con afectaciones pulmonares muy graves», revela la Dra. Alcántara, que insiste en que es un marcador de gravedad reversible, pero no de mortalidad. «Hay síntomas positivos (hiperactividad o hiperatención, nerviosismo, ideas delirantes, alucinaciones, agresividad, agitación, arrancamiento de sondas, catéteres u otros dispositivos, fugas), y síntomas negativos (retraimiento, inatención, indiferencia, apatía, afectividad plana)», indica Palencia. También se puede distinguir entre delirio hiperactivo, que se manifiesta con mucha inquietud y agitación, e, incluso, a veces, agresividad, y delirio hipoactivo, que es el más frecuente. «Es un enfermo que está como desconectado, encerrado en sí mismo y no es ni siquiera capaz de agitarse» concluye la Dra. Alcántara en esta entrevista.
Pues lo veo raro