Ana Lena Rivera, autora de «Las Herederas de la Singer»

ELENA MARTICORENA. Para disfrute de los seguidores de la escritora Ana Lena Rivera y a quienes quieran conocer más detalles de su ultimo libro, Majadahonda Magazin aprovechó la ocasión para hacerle una entrevista, que estuvo encantada de concedernos. En esta conversación, concedida por  esta autora vecina de Majadahonda, profundiza en la creación de la novela y de sus personajes. Y de ahí la primera pregunta: ¿Cuándo surge la idea de «Las Herederas de la Singer»? –Durante el confinamiento me puse a ordenar el trastero, donde tengo temporalmente la vieja Singer de la familia y, al verla, me vinieron de golpe todos los recuerdos de las historias que escuchaba de niña en el taller de mi tía, que era modista. Allí se reunían a coser mi tía, mi madre, las aprendices de costura y las amigas o vecinas que cuando tenían labor de costura, preferían ir allí para no hacerla solas en sus casas. Entonces hablaban de su niñez en la posguerra, de su juventud, del pueblo, de gente que yo no conocía, pero las escuchaba casi sin darme cuenta, mientras yo jugaba con las telas, los dedales y los hilos.


Elena Marticorena

Ambientas la novela entre Madrid, Sevilla, Asturias y las cuencas mineras, ¿qué conexión tienes con estos lugares?Soy asturiana, de Oviedo, mi padre, tíos y abuelos son de la cuenca minera, en concreto de Turón, el valle minero en el que se inicia la novela. Vivo en Madrid desde los 18 años y Sevilla es una ciudad que me encanta, donde recibí mi primer reconocimiento literario de adulta (quedé finalista del Premio Fernando Lara con «Lo que callan los muertos», que se entregó en los Alcázares) y toda la parte sevillana de la historia es en la época del Palmar de Troya y las historias que me cuenta  mi suegra sobre su madre, que fue palmariana. 

¿Te documentas para crear el ambiente de una novela o te “empapas” visitando y descubriendo lugares?  –Siempre ambiento las novelas en lugares que conozco y con los que tengo alguna conexión especial. Tiro de recuerdos, pero siempre compruebo con la realidad que mis recuerdos son verídicos, que a veces la mente engaña, y profundizo en la historia de esos lugares vía documentación. ¿Cómo creas a los personajes? ¿Son personajes cerrados o van evolucionando? –Los personajes, como las personas, crecen y evolucionan, siguen su propio camino. El autor les da unos rasgos iniciales de personalidad y unas primeras vivencias. A partir de ahí, ellos adquieren vida propia porque, si intentas encorsetarlos, se convierten en clichés o en personajes poco creíbles. Hay que darles alas y dejarlos vivir su vida, solo así los lectores se identificarán con ellos. ¿Todos son creación tuya o alguno está basado en alguna persona real? –Casi todo lo que sucede en la novela está basado en hechos reales, le sucedió a alguien, pero no a las mismas personas. Los personajes son totalmente ficticios, creados para hilar todas esas historias en cuatro vidas diferentes.


Ana Lena Rivera concede una entrevista en exclusiva a Majadahonda Magazin tras presentar su libro en la Biblioteca Francisco Umbral

Preséntanos a los personajes, ¿cuáles son sus características principales? – La historia cuenta la historia de cuatro mujeres, cuatro generaciones de una misma familia, desde Aurora que nace en 1922 hasta Alba, que nace en 1995, pasando por Águeda (1941) y Ana (1968). Cada una de ellas está marcada por sus vivencias, personalidad, e incluso su aspecto físico. Aurora y Alba, bisabuela y biznieta, son las que más se parecen de carácter, fuertes, peleonas y muy duras, pero sus vidas son muy distintas, una vive la guerra y la posguerra en la juventud y la otra es una millennial. Águeda, la segunda generación, intenta pasar desapercibida para el mundo para que este no la ataque, después de una infancia a la sombra de Aurora, que no la quiere y que la desprecia, pero es una luchadora en la sombra, que paso a paso y sin llamar la atención se dirige a su felicidad. Ana es la generación transición, educada para ser universitaria e independiente, pero también ama de casa y madre, con la confusión y la carga emocional, de trabajo y culpabilidad, que eso generó a las mujeres nacidas entre los 60 y los 80.

La autora sitúa la trama entre Madrid, Asturias y Sevilla a lo largo de cuatro generaciones de mujeres

La trama transcurre a lo largo de cuatro generaciones. ¿Nos puedes contar algún detalle más? – La primera generación, Aurora, se ve obligada a entrar a trabajar a la mina con 16 años, cuando su padre tiene un accidente. Horrorizada por las terribles condiciones de trabajo, busca la forma de salir de allí. Se casa, sin amor, con un minero y recibe como regalo de bodas en 1941 una máquina de coser Singer de segunda mano. Esta máquina es testigo y prueba de un terrible suceso que les ocurre a ella y a su madre y que se convierte en un secreto inconfesable porque de conocerse, las matarían. La relación con la máquina de coser es de amor y odio, porque cada vez que la mira recuerda lo que le sucedió, pero a la vez se convierte en su sustento y el de sus hijos cuando se queda viuda muy joven. Eso pesa sobre su vida y sobre las de sus descendientes, que van heredando la máquina de coser con diferentes usos: la tercera generación, Ana, ya no sabe coser, pero se la lleva a su casa como objeto decorativo después de casarse. Segunda parte: «La documentación de determinadas escenas tuvo mucha carga emocional»

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