José Ramón Ayllón Guerrero, tras recibir el Premio de Poesía Blas de Otero, confiesa que Majadahonda ocupa «un lugar afectivo» en su vida

ELENA MARTICORENA. En la última parte de la entrevista con el Premio de Poesía Blas de Otero 2020, otorgado por el Ayuntamiento de Majadahonda, el poeta José Ramón Ayllón Guerrero, confiesa a Majadahonda Magazin que desde que recibió el galardón, el municipio ha pasado a ocupar «un lugar afectivo en mi vida». La obra vencedora, «Arrecife de sombras», ha sido presentado en numerosos enclaves de España, desde su publicación y hasta la fecha. Ayllón reconoce que espera poder presentar el libro en algún otro lugar en el próximo otoño y que la noticia, tras recibir el premio, fue de una enorme satisfacción, especialmente por el nombre que le da título al galardón (Blas de Otero). «Tengo una anécdota además: el año anterior me había presentado al premio con el poemario que escribí en 2016, sobre el que hice referencia anteriormente, y que me había resultado bastante rompedura de cabeza… y fui finalista. En ese caso, sí que me sirvió para rubricar que quizá el esfuerzo había valido la pena. Me quedé ahí con la copla de volver a presentarme al año siguiente nuevamente y, mira tú, sonó la flauta».


Elena Marticorena

Tiene pendiente publicar ese poemario, aún inédito y con el que consiguió ser finalista en el mismo premio en el año 2019, así como acabar dos poemarios posteriores a «Arrecife de sombras«. El año 2020 fue un buen año para el autor y aunque supuso un parón para las presentaciones y ferias, le permitió ver la luz de su última publicación (hasta entonces) de «Donde la piel no llega», así como recibir el Premio de Poesía Blas de Otero de Majadahonda. Por otra parte, le permitió focalizarse en su segunda novela, que ha sido publicada en febrero de este año: «Castillo de fuego».


El poemario «Arrecife de sombras», ganador del Premio Blas de Otero, surgió en el Círculo Polar Ártico, al que se accede desde Noruega

Cuéntanos más sobre la obra «Arrecife de sombras», ¿de dónde surgió la idea? –El inicio está muy claro porque surgió viajando por Noruega con una amiga de allí. Ella vive en el sur, pero mantienen lo que fue la casa de los abuelos paternos muy en el norte, por encima del Círculo Polar Ártico. Yo había conocido a sus padres en un viaje en el que habían pasado por Barcelona y que aproveché para hacerles de anfitrión. Mi amiga organizó –era mi primera vez en su país– el recorrido que solía hacer cuando era pequeña y subían a ver a los abuelos (5 días mínimo en coche). Cuando llegamos, sus padres estaban allí pasando las vacaciones. Y durante aquellos días su padre me fue explicando cómo era su vida de niño y adolescente en aquella casa a la que solo se podía llegar por el fiordo, porque no había ni carretera hasta allí. No había tampoco electricidad e iba andando a la escuela, un edificio que se podía ver a lo lejos aislado en medio del bosque.

José Ramón Ayllón Guerrero publicó en febrero de 2022 su última obra, la novela «Castillo de fuego»

¿Te recordó a tu propia infancia? –Claramente, esta serie de anécdotas, a pesar de la distancia temporal y física, me remitían también a mi infancia en el pueblo. Solo era trasponer la Noruega de los años 30 a la España rural de los 50. Fue una vivencia muy emotiva y muy intensa y el primer poema de «Arrecife de sombras» lo fui escribiendo ya en el coche cuando proseguimos nuestro viaje por su país. A partir de ahí, fui escribiendo poemas que venían a ser también casi fotografías de momentos concretos y fue así como acabé de articular el poemario para el que solo tuve que añadir finalmente un poema a modo de prólogo explicativo. Diría que seguramente es mi poemario más autobiográfico, con la intención, claro está, de que pueda corresponderse con las biografías de muchísimas personas de mi generación.

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